De regreso a Venezuela
Anoche llegué a esta tierra de gracia, y no me sorprendí de que las cosas sigan igual:
- La gente se colea en la fila de inmigración.
- La gente se colea en la fila de la aduana.
- Los maleteros del aeropuerto te caen como cochinos al estiércol, y te ponen mala cara si uno decide llevar sus maletas.
- En la puerta del aeropuerto nacional hay tres o cuatro personas que se ofrecen para comprarte dólares, aunque eso en teoria sea ilegal, en las narices de agentes de la Guardia Nacional.
- La gente se colea en la fila del autobús que te lleva al avión. Creo que colearse es el segundo deporte preferido después del béisbol.
En fin, todo normal.
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