Caracas.- "Socialismo petrolero" fue el término que recientemente usó el presidente venezolano, Hugo Chávez, para referirse a la mezcla de populismo militar y estatismo neomarxista a la cual está sometiendo a su país. Su principal objetivo, insiste, es mejorar la suerte de la mayoría pobre de la nación.
Chávez proclama que "ser rico es malo". Con frecuencia ataca duramente lo que él llama "la oligarquía". Es extraño, entonces, que las calles de Caracas estén congestionadas con grandes camionetas 4x4 (las Hummers son unas de las preferidas). Es difícil conseguir mesa en los mejores restaurantes, y a los comerciantes de arte y los importadores de whisky nunca les había ido tan bien. Una nueva burguesía pareciera estar surgiendo en Venezuela a raíz de la "revolución bolivariana".
"Algunos de los discursos de Chávez son para la galería", dice Alberto Müller Rojas, general retirado que hasta hace poco era el jefe del Estado Mayor Presidencial. "Y les daré un ejemplo: el ataque a la burguesía". Como evidencia, el general Müller Rojas señala los bancos: "la expresión más extrema de la burguesía", aunque es "el sector más favorecido" de la economía desde que Chávez asumió el poder en 1999.
Esta prosperidad es resultado en gran medida de ingresos petroleros inesperados: el precio de la principal exportación de Venezuela se ha incrementado casi ocho veces desde 1999, y la economía ha crecido a un ritmo de 10% anual. Sin embargo, las políticas del Gobierno también han favorecido a los banqueros y otros intermediarios: la inflación ronda 20% y el valor oficial del dólar es la mitad de la tasa en el mercado negro. Por lo que los inversionistas experimentados buscan acceso a dólares baratos, oportunidades de importación y contratos con el Gobierno, elementos condicionados en gran medida por la obediencia política. En contraste, los fabricantes y los agricultores enfrentan controles de precio y están sometidos al riesgo de esporádicas olas de hostigamiento por parte del sector oficial. El resultado ha sido el surgimiento de lo que se conoce como la "boliburguesía".
Gracias al crecimiento económico y los programas sociales, el Gobierno afirma que sólo 30% de las familias venezolanas viven actualmente en pobreza, un descenso frente a 55% en su nivel más alto en 2003. Sin embargo, de acuerdo con un nuevo informe el banco central, la desigualdad en los ingresos ha crecido levemente bajo el gobierno de Chávez: el coeficiente de Gini -índice estadístico de la desigualdad- pasó de 0,44 en 2000 a 0,48 en 2005.
Alguien típico de la "boliburguesía" es Wilmer Ruperti, corredor de transporte marítimo que antes era marino mercante. Logró impulsar su ascenso gracias a una huelga de dos meses contra Chávez realizada por trabajadores de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Ruperti fletó buques para ayudar al Gobierno a romper la huelga. Otro es Arné Chacón, cuyo hermano Jesse es el ministro de Comunicaciones. Arné es ahora propietario del banco Baninvest. Adquirió la institución con préstamos teniendo como principal aval, aparentemente, sus conexiones oficiales.
Chávez asevera que se dirige hacia un nacionalismo económico y un "desarrollo endógeno". Pero los agricultores y los manufactureros deben lidiar con importaciones baratas. Aunque los productos lácteos locales a menudo están ausentes de los estantes de los supermercados, quesos tales como Gouda y Emmenthal se encuentran al lado de la mantequilla irlandesa. Los pollos congelados de Mercal, una cadena de alimentos subsidiada por el Gobierno, son brasileños. Los importadores que proveen a Mercal se han enriquecido. Pero las haciendas en Venezuela están desapareciendo, toda vez que se ven amenazados por expropiaciones, invasiones de tierras y controles de precios, así como extorsión y secuestros por parte de bandas de criminales.
Los funcionarios dicen que dos terceras partes de los pobres se han beneficiado directamente de las políticas sociales del Gobierno. Además de Mercal, estas políticas incluyen las "misiones", que ofrecen educación y atención médica. Cerca de 2 millones de personas reciben una pequeña asignación en efectivo. Pero pese a los considerables aumentos en el salario mínimo y los controles de precios sobre los bienes básicos, la inflación se come el terreno ganado.
Para quienes tienen los contactos, sin embargo, las recompensas son formidables. El Banco Mundial recientemente ubicó a Venezuela como el peor país en el continente americano en cuanto al control de la corrupción, superado sólo por Haití. Otros confirman esta percepción. "Usualmente pedimos 10%", habría dicho un funcionario del Ejecutivo, según lo citó un diplomático extranjero. "Pero algunos se vuelven codiciosos y quieren 15% o 20%".
Desde su reelección en diciembre, Chávez ha sugerido frecuentemente establecer límites a los salarios de los funcionarios públicos mejor pagados. También ha exhortado a las personas con riqueza "excesiva" que donen parte de la misma a causas que valgan la pena. La respuesta ha sido muy escasa. Si realmente desea hacer que el socialismo sea algo más que una consigna, parte de la resistencia más encarnizada pudiera venir de la nueva burguesía que sus propias políticas han creado.
Traducción: José Peralta